El otro día escribí acerca de cómo observar las emociones y hoy toca hablar de los pensamientos (1).

Uno de los mayores cambios recientes en mi vida lo produjo una sencilla explicación que, aunque simple como digo,  no tenía presente de manera clara en mi vida. Sabía ya mucha teoría acerca de paz interior, desarrollo personal y también había probado ciertas técnicas de relajación mental. Pero la verdad, nada de eso me sirvió tanto como escuchar lo siguiente en un vídeo de Sergio Fernández (2):

Tus pensamientos despiertan emociones y tus emociones derivan en acciones.

Pensar  —  Sentir  —  Hacer

Sinceramente, no estoy muy segura hasta qué punto se puede separar el pensamiento como algo anterior a la emoción (especialmente si entramos en  el misterioso mundo del inconsciente y sumamos que el ser humano tiene predilección por ordenar la realidad de forma lineal). Esto no quita que sea un punto de partida excelente para entender por qué sentimos lo que sentimos, qué nos lleva a hacer unas cosas y no otras y por qué tantas veces obtenemos resultados diferentes a lo deseado.

Es decir, el otro día te invitaba a usar a tu observador externo, tu consciencia, a modo de espectador en un cine, sin meterte en tu propia película. Como si fuese otro el protagonista de tu vida y tus emociones y tú pudieses ver con frialdad hasta qué punto son aleatorias dependiendo de todo el bagaje vivido entre otras cosas.

Hoy te invito a hacer lo mismo con ese continuo rumor de ideas, palabras, juicios, decisiones, etc. que pasan por tu mente.

Descúbrete criticando, descúbrete quejándote, descúbrete celebrando, descúbrete siendo grato, descúbrete siendo autoexigente… Descubre los pensamientos que tienes hacia ti y el mundo porque ellos marcan hacia dónde te diriges: marcan tus emociones y acciones.

Descúbrete viendo la tele o viendo a gente por la calle y cuantas ideas cargadas de prejuicios puedes emitir en pocos minutos. Descúbrete mirándote al espejo y criticando tu cuerpo casi sin querer. Descúbrete haciendo un examen y pensando que los demás lo harán mejor que tú o que lo que no sabes va a quedar en evidencia. Descúbrete decidiendo sobre esa oferta de empleo que te ha llamado la atención y pensando que mejor no vas a enviar el CV porque ya hay un montón de candidatos mejor preparados. Descúbrete pensando que los hombres o las mujeres son así o asá y por eso las relaciones de pareja son muy complicadas. Descúbrete pensando que los ricos son ricos a por venir de familias ricas o hacer dinero a costa de la gente pobre. Bueno, también te puedes descubrir pensando lo contrario a todo esto. Eso no importa ahora.

Lo importante en este punto es darte cuenta de cuánto piensas y cómo lo haces.

Lo importante en este punto es darte cuenta de cuánto piensas y cómo lo haces. ¿Qué ideas, qué pensamientos son los más recurrentes en tu mente? He puesto solo unos ejemplos de tantos, solo tú puedes saber en qué piensas todo el día y por qué haces lo que haces. ¿Estás contento con tus resultados? Si es así: enhorabuena. Pensamientos, emociones y acciones están alineados en ti. No hay lucha. Si, por el contrario, la respuesta es “no”, o “depende de que”, vete a la raíz: estás pensando de forma incorrecta (puede que solo en algunos ámbitos de tu vida).

Para cambiar ese “desajuste” conviene modificar la raíz de todo: pensamientos, emociones, inconsciente… Sobre esto iré hablando en los siguientes capítulos. Por ahora, mi consejo es que empieces a practicar como observador de tus propios pensamientos. Durante días, semanas, meses…  Es posible que tengas que esforzarte al principio si estás habituado a pensar sin “pensar”. Pero no es una práctica que se debe hacer por un tiempo y ya está, debe permanecer toda la vida. Lo bueno es que, una vez que lo has interiorizado, por lo general no se pierde (salvo periodos en los que hay que reconducirse pues todos podemos perder la atención en algunos momentos o etapas). 

Así que, mi propuesta es que vayas descubriéndote a través de tus pensamientos, vigila a tu “yo pensante”. No los juzgues, no es el momento y no ayuda en el ejercicio. Solo date cuenta. No le des vueltas aún. No es momento de analizar. Piensa y observa. Piensa y observa. Ya está. No hagas nada más. Son solo pensamientos. Son solo ideas. Recuerda que tal como son unos, pudieran ser otros: igual que las emociones.

No los juzgues, no es el momento y no ayuda en el ejercicio. Solo date cuenta. Esta es una forma de meditación

Esta es una forma de meditación. Ni siquiera hace falta que te sientes en la posición del loto ni todas esas cosas que quedan tan guay. Solo tienes que ser tu mismo y observarte. No te preocupes si no te gusta lo que ves. En las próximas entradas, hablaré de cómo trabajar con esos pensamientos para dirigir las acciones hacia dónde queremos. Pero vayamos por partes, como diría Jack el Destripador.

> (1) Aquí tienes en enlace del capítulo anterior: Observar las emociones.

> (2) Sergio Fernández de PensamientoPositivo.org