Haré una pequeña introducción para poner en contexto las ideas de Spinoza sobre el amor, el odio y otros afectos. Explicaba en un post anterior que Spinoza distingue dos estados de ánimo principales: la alegría y la tristeza. Junto con el deseo son los tres afectos principales de los que derivan los demás.
La alegría se produce cuando seguimos nuestros deseos conociendo nuestra naturaleza y de qué modo estamos determinados. Porque no existe la libertad absoluta ni somos trascendentales. Formamos parte de la Naturaleza y, debido a eso, estamos determinados a desear unas cosas y no otras.
Básicamente deseamos todo aquello que nos hace mejores y más felices. Suena bien, ¿verdad? Pero las cosas no son tan fáciles.
En realidad, ocurre de forma frecuente que tenemos una idea limitada de las cosas debido a que no podemos explicarlas solo por nosotros mismos. Estamos en contacto continuo con otros cuerpos por lo que, en muchas ocasiones, reaccionamos frente a estímulos sin saber siquiera por qué se despiertan en nosotros ciertos sentimientos/emociones (como mucho el cuerpo qué los provoca). Aquí es cuando se produce el “efecto peonza”: estaremos alegres o tristes en función de cómo nos afecten las causas externas.
Me resulta muy interesante la parte en la que Spinoza admite que CUALQUIER COSA puede ser causa de alegría, tristeza o deseo POR ACCIDENTE. Si se lee bien esta sentencia, resulta demoledora. Para resumir: no solo somos peonzas, sino que encima no paramos de accidentarnos ¡Menudo panorama! Jaja.
De la ALEGRÍA surge el AMOR (“el amor es una alegría acompañada de la idea de una causa exterior”). Y de la TRISTEZA el ODIO (“el odio es una tristeza acompañada de la idea de una causa exterior”). También puede darse que no seamos afectados por un cuerpo, vamos, que nos sea indiferente. Y a partir de estos preceptos, surgen un montón de disparates que expondré a continuación. Realmente, vistos con perspectiva, resultan hasta cómicos, pero es la propia realidad humana y solo hace falta vernos. Recordemos, por favor, que Spinoza recomienda moderar los afectos: ser conscientes de las cosas e imaginar un poco menos para que no se nos vaya demasiado la cabeza, XD
Vamos a poner algunos ejemplos de cómo el amor y el odio fluctúan por razones “demasiado humanas” (guiño a Nietzsche):
- Ocurre que si interactuamos con dos cuerpos al mismo tiempo y uno nos resulta indiferente y otro nos despierta alegría, podremos sentir alegría por el que nos es indiferente. Lo haremos por accidente. Es decir, te puede caer bien alguien simplemente porque lo asocias al momento en que estábais con otra persona que te despertaba alegría cuando, en realidad, te hubiese resultado indiferente por sí mismo. O puede que una cosa que usaba esa persona, o el lugar en el que estuvisteis pase a ser razón de alegría. Vamos, que puedes desear, sentir amor o alegría por cualquier cosa de forma accidental.
- También se puede amar por accidente a algo o alguien que se asimila a una cosa/persona que en su momento te afectó con alegría. Una imagen, un olor, una forma de hablar… ¿qué será, será?
- Dice también Spinoza que quien se ha deleitado con algo o alguien una vez, desea poseer esa misma cosa en las mismas circunstancias y si algo falla se entristecerá. En resumen: nos creamos expectativas por imaginar demasiado y asumimos sus efectos con poca madurez.
- Ahora viene una parte que me encanta: el amor-odio. Podemos imaginar que una cosa que nos afecta con tristeza se asimila a otra que nos afecta de alegría en la misma medida. Ocurrirá entonces que la odiaremos y amaremos a la vez. También un solo cuerpo puede afectarnos de múltiples formas despertándonos amor u odio al mismo tiempo.
Spinoza denomina esta situación “fluctuación del ánimo”. Estas fluctuaciones del ánimo me resultan muy interesantes. Sobre todo porque Spinoza establece que no hay lucha entre razón-pasión, sino entre los distintos afectos: por ejemplo, amor-odio.
También existirán fluctuaciones del ánimo si algo que amamos es rechazado por otros similares a nosotros. Hasta este punto somos influenciables. Nos entra la duda de si eso que consideramos tan maravilloso lo es en verdad.
- Continúa explicando Spinoza que si imaginamos que algo afecta con amor a algo que amamos, amaremos ese algo, y, si imaginamos que le afecta con tristeza, lo odiaremos.
- Aún falta lo mejor: si imaginamos algo que odiamos afectado de tristeza, nos alegraremos. Y si lo imaginamos afectado de alegría… adivinad… nos entristeceremos. Y no solo esto, nos esforzamos por afirmar sobre una cosa que odiamos aquello que imaginamos que le afecta con tristeza. “Con estas cosas vemos que fácilmente sucede que el hombre se estima a sí mismo y estima a la cosa amada más de lo justo. Y, al contrario, estima menos de lo justo la cosa que odia”.
- Cuando amamos a alguien similar a nosotros nos esforzaremos en conseguir que nos ame a su vez. Y nos sentiremos muy bien si se ve alegre en nuestra presencia porque nos contemplaremos a nosotros con alegría al creernos la causa de su felicidad.
- Ojo, celos: si alguien imagina que la cosa amada se une a otro con el mismo vínculo de amistad o con uno más estrecho odiará a la cosa amada. A esto se le sumará un sentimiento de envidia. Volvemos a la fluctuación del ánimo en la que se mezclan el amor + odio hacia la persona amada y celos hacia el “rival”.
- Además, si vemos que alguien goza de alguna cosa que deseamos y que pensamos que solo uno puede tener, nos esforzaremos para que no la posea.
Ahora vienen unas rapidillas:
- Quien odia a alguien se esforzará por hacerle mal a no ser que piense que pueda suceder un mal mayor.
- Si imaginamos que alguien nos odia sin haberle dado motivos, lo odiaremos.
- Si imaginamos que somos amados por alguien sin haberle dado motivos, lo amaremos. Pero si se creemos haber dado un motivo justo para ese amor, nos gloriaremos.
- Si imaginamos que lo que amamos nos odia, sentiremos nuestra recurrida fluctuación del ánimo y lo amaremos y odiaremos a la vez.
- Y si percibimos que aquello que odiamos nos ama, eccola: lo amaremos y odiaremos. Todo un clásico.
- “Quien movido por el amor o la esperanza de gloria hizo a alguien un beneficio se entristecerá si ve que no es recibido con ánimo ingrato”. Spinoza se referiría aquí al hábito de dar esperando algo a cambio, que ya sabemos que es un ERROR. (Estoy completamente convencida de que sí se debe dar y recibir en las relaciones, pero tiene que surgir de forma natural, no buscándolo como un anhelo).
Estas son casi románticas:
- El odio es aumentado por el odio recíproco y puede ser destruido por el amor.
- El odio que es vencido por el amor se convierte en un amor mayor que si el odio no lo hubiese precedido.
- El odio, según Spinoza puede anular totalmente al amor previo, pero tendrá que ser igual de intenso o mayor al amor sentido. Será afectado de tristeza cuando mayor haya sido el amor e incluso con doble tristeza: la del odio creado y la de haberla amado. “Sentirá por ella mayor odio que si no la hubiese amado y tanto mayor cuanto mayor haya sido el amor”.
- Amamos en mayor medida aquello que imaginamos que es libre que las cosas que consideramos necesarias porque cuando son necesarias las imaginamos junto con otras cosas.
- Cuando el hombre contempla sus virtudes y se alegra es lo que se llama amor propio o satisfacción.
Creo que por hoy es suficiente. Hablaré en sucesivos posts sobre más afectos, emociones y sentimientos interpretados desde la razón en Spinoza.
– Un blog que recomiendo para ampliar más información sobre este filósofo es Maldito Spinoza de Luis Roca Jusmet, profesor de filosofía.
Fuente principal: Ética demostrada según el orden geométrico de Baruch Spinoza
Imagen que ilustra el post: autor Tania Alonso