Viven dos personas en mí. Una da órdenes, la otra obedece.
A veces se intercambian los papeles.
Viven dos personas en mí. Una soy yo y la otra es cualquiera.
Mi yo no sabe cómo ha entrado el intruso ni por qué.
Solo sabe que se siente muy mal en su compañía.
Viven dos personas en mí; se maltratan.
Hay que asumirlo: no hay lugar para el inquilino. Es hora de hacer espacio.
Imagen que ilustra el post: autor Tania Alonso